Blog

Reflexión sobre la Deontología médica

16:12 15 agosto in Códigos y Declaraciones

La deontología médica trata de los deberes del médico. Estos se han inspirado, desde la más remota antigüedad, en unos pocos principios: respeto a la vida, a la integridad de la persona, a la salud individual y colectiva. La deontología médica es el conjunto de normas que regulan la actuación profesional de la clase médica. Las normas deontológicas no son por sí mismos deberes jurídicos y por tanto no existen obligaciones exigibles coactivamente (no así si algunas conductas de la práctica médica están regulados por la legislación (leyes) de un determinado Estado, en cuyo caso sí pueden ser penalizadas). Por tanto, las normas deontológicas son deberes morales y, por tanto, sólo la propia conciencia es su juez. Es por este motivo que sólo quien quiera actuar rectamente se verá obligado a cumplir estos principios, ahí radica que muchos médicos hoy en día no cumplan, e incluso pretendan legalizar, conductas contrarias al buen obrar médico. Sin embargo, ¿cuál es la práctica médica correcta? Muchos han sido los intentos para codificar o determinar cuáles son los principales puntos a observar por la deontología médica. Veamos a continuación los principales. Juramento Hipocrático
Pienso que el mejor código que existe actualmente es el que formulado hace ya muchos siglos por el Padre de la Medicina. Es el llamado Juramento Hipocrático. Dice así:»Juro por el médico Apolo, por Esculapio y todos los poderes de la salud y de la curación, en presencia de los dioses y diosas, el siguiente juramento, que procuraré cumplir fielmente: Daré siempre mis recetas para bien de los pacientes, según mi ciencia y conciencia, y no dañaré nunca a nadie. Nunca procuraré a nadie un veneno mortal, aunque él me lo pidiera, ni aconsejaré nunca nada que pueda tener por consecuencia la muerte. Jamás procuraré a una mujer un medio para matar el fruto de su vientre, sino que guardaré siempre pura y diligentemente mi vida y mi arte médica. A fin de no poner en peligro los órganos viriles de la generación, no operaré nunca por mí mismo los cálculos vesicales, sino que dejaré esta intervención a cirujanos facultivamente formados. En cualquier casa que entrare, sólo la pisaré para bien de mis pacientes, y me abstendré de todo placer, especialmente de todo placer sensual con hombres o mujeres, ora se trate de libres o de esclavos. Callaré sobre cosas de que tenga conocimiento por el tratamiento de mis pacientes y hasta sobre cosas discretas que conozca fuera de ese trato, y las guardaré para mí como un secreto sagrado. Si guardare este juramento, goce yo de mi vida y de mi arte médica ante todos los hombres y por todos los tiempos; mas si fuese perjuro, caiga sobre mí toda desgracia» Declaración de Ginebra
Ya en nuestro siglo, se han hecho otras formulaciones como por ejemplo la declaración de Ginebra, aprobada en la Asemblea General de la Asociación Médica Mundial en Ginebra (1948) y refrendada en Sidney en 1968. Dice así:»En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica: Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la Humanidad; otorgar a mis maestros los respetos, gratitud y consideraciones que se merecen; ejercer mi profesión dignamente y a conciencia; velar solícitamente, y ante todo, por la salud de mi paciente; guardar y respetar los secretos a mí confiados; mantener incólume, por todos los conceptos y medios a mi alcance, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica; considerar como hermanos a mis colegas; hacer caso omiso de credos políticos y religiosos, nacionalidades, raza y rangos sociales, evitando que éstos se interpongan entre mis servicios profesionales y mi paciente; velar con sumo interés y respeto por la vida humana, desde el momento de la concepción, y aun bajo amenza, no emplear mis conocimientos médicos prar contravenir las leyes humanas; solemne y espontáneamente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho». Código de Londres

También existe el Código de Londres aprobado el octubre de 1949 el cuál dice:»I. Deberes de los médicos en general. Al llevar a cabo su misión humanitaria, el médico debe mantener siempre una conducta moral ejemplar y apoyar los imperativos de su profesión hacia el individuo y la sociedad. El médico no debe dejarse influenciar por motivos de mero beneficio personal. Las siguientes prácticas son estimadas no éticas: a) Cualquier medio de reclamo o publicidad, excepto aquellos expresamente autorizados por el uso y la costumbre y el código de ética médica nacional. b) Participar en un plan de asistencia médica en el cual el médico carezca de independencia profesional. c) Recibir cualquier pago en conexión con servicios, fuera del pago profesional, aunque sea con el conocimiento del paciente. Todo procedimiento que pueda debilitar la resistencia física o mental de un ser humano está prohibido, a menos que deba ser empleado en beneficio del interés propio del individuo. Se aconseja al médico obrar con suma cautela al divulgar descubrimientos o técnicas nuevas de tratamiento. El médico debe certificar o declarar únicamente lo que él ha verificado personalmente.

II. Deberes de los médicos hacia los enfermos. El médico debe recordar siempre la obligación de preservar la vida humana desde el momento de la concepción. El médico debe a su paciente todos los recursos de su ciencia y toda su devoción. Cuando un examen o tratamiento sobrepase su capacidad, el médico debe llamar a otro médico calificado en la materia. El médico debe preservar absoluto secreto en todo lo que se le haya confiado o que él sepa por medio de una confidencia. El médico debe proporcionar el cuidado médico en caso de urgencia como un deber humanitario, a menos que esté seguro de que otros médicos pueden brindar tal cuidado.

III. Deberes de los médicos entre sí. El médico debe comportarse hacia sus colegas como él desearía que aquéllos se comportasen con él. El médico no debe atraerse hacia sí los pacientes de sus colegas. El médico debe observar los principios de la «Declaración de Ginebra», aprobada por la Asociación Médica Mundial». Declaración de Helsinki
Finalmente, en 1964 se redactó un código ético que cubre los experimentos en seres humanos y se conoce como la Declaración de Helsinki. Sus puntos principales son:

«Principios básicos: 1) La investigación clínica debe ajustarse a los principios morales y científicos que justifican la investigación médica, y debe basarse en experimentos de laboratorio y animales, u otros hechos científicamente establecidos. 2) La investigación clínica debe ser llevada solamente por personas científicamente cualificadas y bajo la supervisión de un médico cualificado. 3) La investigación clínica no puede ser llevada a cabo legítimamente, a menos que la importancia del objetivo esté en proporción con el riesgo inherente para el sujeto. 4) Todo proyecto de investigación clínica debe ir precedido de una cuidadosa valoración de los riesgos inherentes, en comparación con los beneficios previsibles para el sujeto o para otros. 5) Debe tener una precaución especial el médico que practica una investigación clínica en la cual la integridad personal del sujeto pueda ser alterada por fármacos o por el acto experimental.

Investigación clínica combinada con los cuidados profesionales: 1) El tratamiento de la persona enferma, el médico debe ser libre de utilizar una nueva medida terapéutica si a su juicio ofrece una esperanza de salvar la vida, de restablecer la salud o de aliviar el sufrimiento. En la medida de lo posible, el médico debe obtener el libre consentimiento del paciente, después de haberle dado una explicación completa. En casos de incapacidad legal, hay que procurarse también el consentimiento del tutor; en casos de incapacidad física, el permiso del tutor sustituye al del paciente. 2) El médico sólo puede combinar la investigación clínica con el cuidado profesional, siendo el objetivo la adquisición de nuevos conocimientos médicos, en cuanto a la investigación clínica éste justificada por su valor terapéutico para el paciente.

Investigación clínica no terapéutica: 1) En la aplicación puramente científica de la investigación clínica llevada a cabo sobre un ser humano, es deber del médico siendo siempre el protector de la vida y la salud de aquella persona en la que se está llevando a cabo la investigación clínica. 2) La naturaleza, la finalidad y el riesgo de la investigación clínica deben ser explicados al sujeto por el médico. 3) La investigación clínica sobre un ser humano no debe emprenderse sin su libre consentimiento, después de haber sido plenamente informado; si es legalmente incapaz, hay que procurarse el consentimiento del tutor. El sujeto de la investigación clínica debe estar en un estado mental, físico y legal tal que le capacite para ejercer plenamente su poder de elección. Por regla general, el consentimiento debe obtenerse por escrito. Sin embargo, la responsabilidad de la investigación clínica sigue siendo siempre del investigador, nunca recae sobre el sujeto, ni siquiera después de haber obtenido su consentimiento. 4) El investigador debe respetar el derecho de cada individuo a salvaguardar su integridad personal, especialmente si el sujeto está en una relación de dependencia con el investigador. 5) En cualquier momento, durante el curso de la investigación clínica, el sujeto o su tutor deben ser libres de retirar el permiso para continuar la investigación. El investigador o el equipo de investigación deben interrumpir la investigación si, a su juicio, puede, en caso de continuarse, resultar perjudicial para el individuo».
Como se puede ver en todos ellos se defiende el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta su muerte natural (postura muy contraria a la aprobación del aborto o la eutanasia vigente en algunos países). También se defiende al paciente con el que se está experimentando de abusos y daños añadidos por la investigación (hoy en día el hombre en estado de embrión parece que no tiene este derecho ya que se está defendiendo su clonación y experimentación indiscriminada). Quizás sean estos dos fundamentales puntos de la deontología médica que nuestro tiempo está olvidando y por este motivo creo oportuno resaltarlos.