Juramento Hipocrático:
El ejercicio de la medicina tiene una gran relación con la bioética. Es por este motivo que en esta web (de anatomía humana, y por tanto de medicina) hemos creído oportuno tratar esta temática.
Nuestros principios éticos nacen del Juramento Hipocrático, que recibe su nombre de su autor, Hipócrates de Cos (460-377 a.C) al que todavía hoy en día se le considera el Padre de la Medicina por ser el primero en dar razones científicas a la enfermedad y su curación. Este dice así:
«Juro por el médico Apolo, por Esculapio y todos los poderes de la salud y de la curación, en presencia de los dioses y diosas, el siguiente juramento, que procuraré cumplir fielmente: Daré siempre mis recetas para bien de los pacientes, según mi ciencia y conciencia, y no dañaré nunca a nadie. Nunca procuraré a nadie un veneno mortal, aunque él me lo pidiera, ni aconsejaré nunca nada que pueda tener por consecuencia la muerte. Jamás procuraré a una mujer un medio para matar el fruto de su vientre, sino que guardaré siempre pura y diligentemente mi vida y mi arte médica. A fin de no poner en peligro los órganos viriles de la generación, no operaré nunca por mí mismo los cálculos vesicales, sino que dejaré esta intervención a cirujanos facultivamente formados. En cualquier casa que entrare, sólo la pisaré para bien de mis pacientes, y me abstendré de todo placer, especialmente de todo placer sensual con hombres o mujeres, ora se trate de libres o de esclavos. Callaré sobre cosas de que tenga conocimiento por el tratamiento de mis pacientes y hasta sobre cosas discretas que conozca fuera de ese trato, y las guardaré para mí como un secreto sagrado. Si guardare este juramento, goce yo de mi vida y de mi arte médica ante todos los hombres y por todos los tiempos; mas si fuese perjuro, caiga sobre mí toda desgracia»
Este juramento está contenido en el Corpus hipocraticum, que fue reunido hacia el año 300 a.C para la biblioteca de Alejandría, y contenía 100 escritos, procedentes de Hipócrates mismo. Es sorprendente la tremenda actualidad de los compromisos que, según el criterio de Hipócrates, contrae el médico con sus pacientes.
En su juramento, Hipócrates rechaza la eutanasia de forma terminante: Nunca procuraré a nadie veneno mortal, aunque él me lo pidiera, ni aconsejaré nunca nada que pueda tener por consecuencia la muerte.
Asímismo el aborto: Jamás procuraré a una mujer un medio para matar el fruto de su vientre. Este juramento es por tanto una llamada al «deber de comprometerse en la defensa del respeto a la vida de cada ser humano desde la concepción hasta su ocaso natural» [estas palabras son de Juan Pablo II, en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte (06/01/2001).
Quizás sorprenda esta citación aquí, pero es un deber de justicia reconocer que la Iglesia Católica siempre ha defendido esta verdad «hasta el punto de hacer impopular la intervención de la Iglesia». En esta misma carta el Santo Padre dice que con esta visión «no se trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del ser humano», hecho que queda harto demostrado con el juramento Hipocrático, que defiende las mismas exigencias éticas referentes al respeto a la vida humana y que fue formulado antes de la venida de Jesucristo)]. Es también interesante resaltar el respeto hacia el paciente que se desprende del juramento (no aprovecharse nunca de él físicamente ni a partir de la información que se dispone de él, obligándose a mantener el secreto profesional).
Sí, es un juramento muy exigente. Sin embargo, como dice el Padre de la Medicina, sólo si el médico se compromete a cumplirlo al pie de la letra encontrará la felicidad en su vida y en su arte médica, y jamás podrá ser censurado ni criticado por sus semejantes, los hombres de todos los tiempos.