Detener el SIDA. Mantener la promesa.
(1) “Detener el SIDA. Mantener la promesa”, es el lema que se escogió para la campaña 2005 de lucha contra el SIDA. “Mantener la promesa”, se refiere a la necesidad de cumplir con la Declaración de Compromiso sobre el VIH/SIDA firmada en 2001 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (http://www.un.org/ga/aids).
Jokin de Irala
Doctor en Medicina y Doctor en Salud Pública
Universidad de Navarra
El informe ONUSIDA de 2005 confirma que el incremento del SIDA sigue su curso devastador. Algunas cuestiones me han llamado la atención en relación con este informe.
En el documento preparatorio de la campaña 2005 se hace, de hecho, un resumen del Compromiso. Curiosamente, su punto 52 que dice: “…animando al comportamiento sexual responsable, incluyendo la abstinencia y la fidelidad; expandiendo el acceso a productos esenciales incluyendo los preservativos masculinos y femeninos…”, ha sido “resumido” de la siguiente manera: “…animando al comportamiento sexual responsable, expandiendo el acceso a preservativos masculinos y femeninos…” (http://www.unaids.org).
(2) Se afirmaba en 2001 que la abstinencia y la fidelidad deben formar parte de todo programa integral de prevención, estas palabras solamente figuran en 3 o 4 ocasiones en las 100 páginas del informe ONUSIDA 2005 y para señalar inconvenientes de su aplicación en algunos países. Sin embargo, al referirse al éxito logrado, por los comportamientos “A” (retraso del inicio de relaciones sexuales) y “B” (fidelidad) de la estrategia “ABC” de prevención del SIDA, en el descenso del SIDA en Uganda o su vecina Kenya, afirman que “es probable que los cambios comportamentales hayan contribuido a estas tendencias”. Dejando al lector con la duda sobre qué “cambio del comportamiento” están hablando exactamente. De hecho, los casos de VIH/SIDA no suelen disminuir a menos que se hayan adoptado también los comportamientos “A” y “B” de la estrategia “ABC” de prevención del SIDA.
(3) Llama la atención que entre sus 300 citas bibliográficas no se haya considerado pertinente citar a ninguno de los autores, como Green, Low-Beer, Stoneburner o Hearst, de estudios recientes sobre la eficacia de los componentes “A” y “B” de la estrategia “ABC” de prevención de SIDA o estudios cuestionando la eficacia global de las campañas centradas únicamente en los preservativos. Tampoco se hace ninguna mención al consenso internacional publicado en The Lancet en el 2004 sobre la estrategia “ABC” de prevención del SIDA (Halperin, 2004).
(4) Se afirma, en una utilización exquisita del vocabulario, que “el preservativo es la tecnología más eficaz para prevenir el SIDA” obviando el hecho de que “el componente “A” de la estrategia “ABC” es la medida preventiva más eficaz que existe y, además, es la única medida preventiva 100% eficaz contra el SIDA. La abstinencia “evita” el riesgo mientras que el preservativo “reduce” el riesgo.
Las campañas de nuestro país, como la de 2004: “por ti y por todos, úsalo”, que asumen la promiscuidad sin decir nada en contra, son un ejemplo de medida preventiva no integral. Según datos oficiales, la mayoría de los españoles desconoce que evitar la promiscuidad es crucial para evitar el SIDA. No existiría ninguna pandemia de SIDA si no fuera por conductas sexuales evitables como la promiscuidad. Desde el punto de vista científico y de la eficacia de la Salud Pública es un error, o un prejuicio, no hacer campañas claras y contundentes desaconsejando la promiscuidad por miedo a ser “moralizantes”.
La campaña del “sexo con seso”, cuyo autobús va recorriendo el país, tampoco se concentra en este mensaje pero es bueno recordar que “gracias al seso también es posible no tener sexo”. Tampoco parecía «realista», plantear programas de educación sanitaria para prevenir el tabaquismo hace años cuando, en muchos grupos de edad, más del 75% de la población fumaba.
En salud pública se pueden dar recomendaciones utilizando canales poblacionales o canales personales cuando las primeras pudieran favorecer efectos indeseables. Por ejemplo, a pesar de haberse encontrado que el consumo moderado de alcohol es beneficioso para algunos varones, se recomienda no anunciar a la población que “el alcohol es bueno para la salud” porque podríamos asistir a problemas colaterales debido a su consumo inadecuado, como un aumento de accidentes en jóvenes, del alcoholismo o de cirrosis. Por el contrario, se recomienda que su efecto beneficioso se transmita, de manera personal, del profesional sanitario al paciente concreto.
En el caso de SIDA asistimos al fenómeno curioso de que se da el mismo mensaje a quienes comercializan con el sexo o a usuarios de drogas que al joven de 13 años que no ha tenido todavía relaciones sexuales. La falsa idea de seguridad y la sensación de invulnerabilidad propia de la juventud incitan a muchos a dejar la “evitación del riesgo” poniéndose “a riesgo” de infectarse. Cuando se plantea el “ABC” es insuficiente incluirlo en documentos oficiales para dar la impresión de ser respetuosamente pluralista e “integral”.
Tampoco tiene sentido aceptar la idea en público pero afirmando que en la práctica “no es una opción realista”. Se trata de que los instrumentos y recursos de la salud pública, de la educación sanitaria, de la publicidad y de los programas educativos hagan el esfuerzo real de transmitir este mensaje de manera eficaz a los jóvenes que se beneficiarían más de la “evitación” del riesgo que de la “reducción” del riesgo. El auténtico realismo pasa por este esfuerzo genuino de quienes, como las autoridades sanitarias y educativas de un país, deben superar la simple constatación pesimista de que no se puede hacer mucho más que distribuir preservativos.
Parece que existe un auténtico prejuicio o “pánico” en pronunciar las palabras de “retraso del inicio de relaciones sexuales” o “fidelidad”. Se intenta camuflar sus logros y se evita hacer un esfuerzo real para aplicarlos en la práctica. Probablemente no consigamos revertir la pandemia de SIDA hasta que la abstinencia y la fidelidad formen genuinamente parte de todos los programas llamados “integrales” de prevención de SIDA.